Probablemente éste haya sido el peor Halloween de la historia de la humanidad... quizá exagero, pero comparado con otros años, éste tan solo no tuvo encanto ni esfuerzo ni nada bonito visualmente. Todo comenzó en la cafetería del hospital, F. estaba a punto de irse, y tanto ella como C. me sugirieron que pidiera mi cambio a banco. Yo ya había ido un par de veces al central a practicar, probablemente me quedé dos o tres domingos, porque la idea era cambiarme a mediados de 2017, pero después de pensarlo durante toda la noche llegué a la conclusión de que sería más fácil que me dieran mi cambio a banco (sin contar con que sería más rápido y me convenía económicamente).
En fin, el punto es que tuve que ir a practicar durante octubre para que me cambiaran en noviembre (que es cuando F. se iría), y pasaron los días tan rápido que para cuando acordé ya era Halloween, no había planeado nada, no había hecho ninguna compra ni tenía en mente qué hacer. Entonces decidí no hacer nada, y me sentí triste porque es la única fecha del año que realmente me gusta.
Un día antes fui a la tienda, decidí que si veía alguna bolsita que me gustara la compraría y la llenaría de lo primero que me pasara por la mente. Y así fue, vi una especie de esqueletito en una bolsa negra, era pequeña así que no le cabía gran cosa, y la llené de botanas, cacahuates, chocolate oscuro con almendras, almendras ahumadas, cerveza, skittles, y ese fue el Halloween más triste del mundo.