El fantasma en la habitación

El fantasma en cuestión pertenecía a una mujer que había sido asesinada en la entrada de una de las habitaciones de la casa. Así que si mirabas desde cierto ángulo, podías alcanzar a ver su cuerpo retorciéndose aún en el suelo, escondido apenas detrás de un enorme conejo de felpa, con suerte solo se veía su pálida mano por unos cuantos segundos, pero la mayor parte del tiempo era su rostro asomándose constantemente, como si no pudiera mantenerse erguido pero con la tenacidad para poder ver lo que sucedía a su alrededor. Y así había sido por años, había llegado al punto en que M. se había resignado a vivir con su presencia, y ya no se esforzaba en intentar que alguien le escuchara o le creyera "Hay un fantasma en mi habitación".



Aquella mañana, una compañera de trabajo le pidió ayuda para interpretar un sistema bioquímico, "Este es el SIM" - dijo después de ver sus notas intentando recordar qué significaban todas esas abreviaciones que había escrito con tanta prisa, y tuvo que regresar a casa por sus apuntes e intentó anotar su número telefónico en una servilleta gastada, falló tantas veces que el marcador ya no servía. Su madre se acercó diciendo que había comprado un obsequio aunque sería M. quien tendría que pagarlo. 



         - "Tengo dinero en mi cuarto" - musitó garabateando una y otra vez el número ocho. Siempre parecía un nueve. 



N. entró a la habitación y salió con la misma rapidez. Se veía asustada y M supuso que ya conocía el secreto de la casa. "Hay un fantasma en tu cuarto" - musitó con voz temblorosa, mitad pregunta, mitad afirmación, y volteó una y otra vez hacia el conejo de felpa en el suelo como si quisiera asegurarse de que sus ojos no la habían engañado. 




         - "¿Ya lo viste entonces? See, se asoma a cada rato para ver qué sucede en la casa" - respondió M con tranquilidad. 


         - "¿No te da miedo?" - tomó asiento en un taburete. Nunca había creído que lo que M decía fuese cierto, y ahora tan solo no sabía cómo manejarlo. 


         - "A veces, hay noches en que duermo con la luz encendida cuando me doy cuenta que no deja de verme, y cada vez que hacemos algo es como si quisiera enterarse" - notó la angustia de N, así que se acercó intentando calmarla - Pero no te preocupes, ¿ha pasado algo en tu cuarto? - N negó con la cabeza - Todo está bien mientras haya un lugar al que podamos ir... creo que no puede salir de mi habitación, creo que ni siquiera puede moverse de esa esquina. Mira... - señaló la cabeza del fantasma. 




Y ocurrió lo que nunca antes había pasado, bastaron unos segundos de distracción antes de que el fantasma se pusiera de pie y se tambaleara en su lugar como si estuviera reuniendo fuerzas para avanzar. 



El grito de M fue mudo, sabía que estaba gritando pero no podía escucharse. Pensó que quizá la joven había muerto ahí y que tenían que encontrar el cuerpo para que pudiera descansar en paz, tal vez si levantaban el piso verían su cadáver descompuesto por los años. 



Y el fantasma dio un paso, por fin había conseguido que se percataran de su existencia y ahora podía salir de ahí.