miércoles, 23 de febrero de 2011

Con amor - Y después de la tormenta no vino la calma




Destino



         - Yo pensaba ir en vacaciones - dejó su mochila en el suelo, hacía cinco minutos que le dolía el hombro.

         - Igual y sacamos cita y luego cada quien va cuando tenga vacaciones. Al cabo a mi me tocan hasta octubre.

         - ¡Ah! - exclamó con verdadera sorpresa - ¡A mí también! ¿cuándo te tocan? - tomó el calendario y se emocionaron al ver solo una semana de diferencia - ¡Que genial! Cumplimos años el mismo día, somos el mismo tipo de sangre y tenemos las mismas vacaciones, ¡somos bien gemes! - luego recapacitó un instante y recordó cómo esa misma tarde comentaba con T. acerca de la diferencia entre coincidencia y destino, sonrió, era el momento perfecto para emplear toda la sabiduría que había adquirido con Lost y dijo - No B, esto es el destino.




Después de la tormenta


Pensó por un momento (aunque lo cierto es que no fue solo por uno sino por varios que ya se estaban haciendo muchos) que al menos por el cariño/amor que le había tenido, sería capaz de ser quien diera el primer paso, tuvo un deseo inmenso de preguntarle por su bienestar, no porque pensara hacer algo al respecto, esa había dejado de ser su responsabilidad y ahora tan solo se trataba de una curiosidad morbosa. Dejó que pasaran los minutos, entre la ansiedad y el desvelo, luego se perdieron de vista. Se dio cuenta de dos cosas, la primera, que ya no dolía y tan solo le producía una tristeza propia de cualquier pérdida, la segunda, que después de la tormenta y por más que esperó, no vino la calma.




Planes



"Debo hacerlo todo con amor"


Su mente estaba bloqueada, había jugado a una sola carta, había apostado a un solo número... y ahora no podía concebir ningún plan que fuera más allá del partido que vería al día siguiente, ¿qué sería de su vida ahora? ¿a quién le tendría que rendir cuentas? Y es que vivir para uno mismo le parecía tan... difícil, había perdido su lado humano y la escasa empatía que mostraba ahora, no era más que el producto falso de lo que había aprendido de algunas personas, había ido memorizando algunas expresiones que ahora utilizaba en situaciones similares o cuando consideraba conveniente, a veces se equivocaba u olvidaba qué cara debía poner cuando le contaban algo feliz acerca de alguien, y siempre se preguntó qué pensaría la gente al respecto.



21 de junio de 2010 - 7:57 p.m.


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