Conflicto
El pequeño monstruo se aferró a ellas como una sanguijuela succionando sus vidas, con una respiración que deshacía su piel.
El pequeño monstruo se aferró a ellas como una sanguijuela succionando sus vidas, con una respiración que deshacía su piel.
Fue una noche, mientras salía en busca de su familia cuando supo que no se podría deshacer de él, lo miraba con repugnante desprecio, era el error, lo que no debía ser, el esto-no-está-pasando pero que contra toda su voluntad estaba presente. Formularon un plan, era algo simplista que tenía miles de posibles fallos si se consideraba que el pequeño monstruo había dejado de ser pequeño y ahora era realmente fuerte.
Esperó pacientemente la llegada de su familia, conformada por su hermana y su hija, así como por algún otro familiar que se encontraba en la ciudad.
- Será mejor que duermas, mañana saldremos - dijo con la voz más natural que encontró mientras el no-pequeño-monstruo asentía y la seguía con esa lentitud grotesca que solo le provocaba golpearlo hasta hacerlo desaparecer... ¿cuántas veces se había imaginado su muerte? ¿Cuántas veces había soñado con ello? Ya no podía recordarlo, ni tenía tiempo para ello.
Subieron las escaleras, se preguntaba si el no-pequeño-monstruo habría notado algo, seguramente no, nunca había sido muy inteligente, demasiado tonto como para darse cuenta de que su existencia representaba una carga, una tortura para los que lo rodeaban.
Llegaron a su habitación, hacía tanto tiempo que no entraba en ella que casi había olvidado como era, y se sorprendió al ver que estaba en el más completo orden, vaya si el monstruo era ordenado, no había nada fuera de lugar, ni siquiera la pequeña cama que había insistido en tener estaba destendida, había un armario con prendas perfectamente dobladas, ¿el monstruo había hecho esto? - pensó con ironía - Já, quizá era menos inútil de lo que pensaba, quizá ni siquiera era un monstruo, pensó con la tensión recorriendo su cuerpo, pero ya era tarde, no podía echarse hacia atrás. Así que salió en silencio musitando un falso "Que descanses" y cerró la puerta.
Se quedó pegada afuera, con ese sudor frío que comenzaba a calarle. Estaba a punto de salir corriendo, pero el tintineo producido por las llaves y los cansinos pasos de algún-otro-familiar-que-se-encontraba-en-la-ciudad le dieron el valor necesario para quedarse ahí, en silencio, con los ojos cerrados, evitando casi respirar porque tenía miedo de delatar su presencia.
Había dos cerraduras, una era completamente falsa, no servía para nada más que para adornar la puerta, la otra estaba oculta, así sería muy difícil que consiguieran sacarlo de ahí a tiempo. Acomodó dos de las llaves moradas que parecían tan pequeñas e insignificantes y segundos después las giró hacia la derecha. A veces se quedaba inmóvil, como si esperara cualquier ruido de alerta antes de seguir con su labor. La pequeña hija de su hermana se acercó a la ventana, siempre le había parecido muy raro que la ventana diera hacia el interior de la casa, ese había sido el deseo del monstruo y nadie tuvo el valor de contradecirlo, para ese entonces ya habían descubierto la magnitud de su poder.
Había dos cerraduras, una era completamente falsa, no servía para nada más que para adornar la puerta, la otra estaba oculta, así sería muy difícil que consiguieran sacarlo de ahí a tiempo. Acomodó dos de las llaves moradas que parecían tan pequeñas e insignificantes y segundos después las giró hacia la derecha. A veces se quedaba inmóvil, como si esperara cualquier ruido de alerta antes de seguir con su labor. La pequeña hija de su hermana se acercó a la ventana, siempre le había parecido muy raro que la ventana diera hacia el interior de la casa, ese había sido el deseo del monstruo y nadie tuvo el valor de contradecirlo, para ese entonces ya habían descubierto la magnitud de su poder.
- Solo toma las cosas que necesites - dijo su hermana mientras subía algunas cosas al auto rojo escarlata que conducía.
Comenzó una búsqueda frenética, ¿cómo elegir pocas cosas del museo de su vida?, tomó todo el efectivo con el que contaba, y vio aquél paquete rojo decorado con un hermoso listón un poco más oscuro, jamás había terminado de preparar aquél obsequio, así que no tenía la certeza de que tuviese algo dentro. "Libros" - pensó en el último momento aunque lo cierto era que no había nada que no pudiera recuperar posteriormente. En ese momento escuchó la horrible y penetrante voz del monstruo pidiendo un vaso con agua, y su hermana se acercó a las escaleras para cumplir esa insignificante orden.
- ¿Qué crees que haces?
- Pidió agua - dijo como si fuera lo más normal del mundo llevarle agua al monstruo, como una costumbre que no había desaparecido, con un "ya voy", seguido de pasos silenciosos.
- Seguramente ya sabe que está encerrado... o al menos lo sospecha, no le lleves nada, tendrías que abrir la puerta y ya no tendremos oportunidad de escapar.
Ella la miró comprendiendo las palabras pero debatiéndose entre hacerlo o no, seguramente el monstruo se enfadaría y acabaría destrozando la puerta metálica oculta bajo una cubierta de madera, el monstruo jamás se dio cuenta de que la puerta era muy pesada para ser simple madera, aunque claro, era un monstruo, ¿qué podía saber de la vida real?
- No lo hagas... - musitó, mientras en su mente corría la idea de irse sin ella.
- ¿Entonces?
- ¡Voy! - gritó, esperando calmar las peticiones del monstruo, esperando que éste le creyera.
Un golpe, dos, más fuerte, más impulsivo, el metal siendo apaleado por un objeto desconocido, una respiración furiosa, sedienta, una respiración tan caliente que podía quemar cualquier cosa...
- Quemar cualquier cosa - dijo de manera inconsciente - Derretir el metal... - y la revelación de algo sumamente importante para su subsistencia - Vámonos, no tardará en...
***
28 de Enero de 2008
28 de Enero de 2008
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